miércoles, 14 de septiembre de 2016

No pride



No me siento orgulloso
de trabajar y trabajar todos los días
de haberme vuelto un esclavo
para tener unos pesos pa comer bien

No me siento orgulloso
pero, y ¿Qué putas le voy hacer?
si en el mundo en el que vivo el dinero es requisito pa beber y pa comer

No me siento orgulloso
de al alcohol viernes tras viernes sucumbir
y de dejarle mis lucas
a ese demonio que no me deja dormir

No me siento orgulloso
pero, y ¿Qué putas le voy hacer?
y si no fuera por eso una navaja habría cortado esta garganta alguna vez

No me siento orgulloso
de haber perdido sin quererlo a esa mujer
y de ahora verla con otro
y que la ira me invada de una vez

No me siento orgulloso
pero, y ¿Qué putas le voy hacer?
Y me vale puta chimba si ella que era a quien yo amaba nunca más quiere volver

Quiera el destino o la vida
cambiar esta jodida suerte alguna vez
y pueda vivir yo tranquilo
sin dinero, sin vicio, sin mujer

y si ese día llega
yo en calma me acordaré
del jefe que me mandaba
el jíbaro al que le compraba
y las mil noches que te amé

lunes, 27 de junio de 2016

¡Más vale Rey Vallenato que la aburrida Salud!

Ayer, el Concejo debatía el delicado estado de Capital Salud, la principal proveedora de servicios médicos de Bogotá para la población más pobre de la ciudad. De un momento a otro, la sesión fue suspendida por propuesta de uno de los concejales, Armando Gutiérrez, que le recordó a la concurrencia el compromiso de condecoración que había con el Rey Vallenato. La decisión de cancelar el debate fue unánime y sin voces de protesta, primero lo primero.
Justo al lado del que presidía la sesión, posaba cándido, apoyando con naturalidad su brazo en el atril, Rodrigo Castro, expresentador de un programa de chismes y hoy Secretario General de la Corporación. De seguro capacidades no le faltan, pero el que me lee sabrá reconocer el toque de delicado humor que le agrega a la pintura. La sesión terminó de la única manera que merecía terminar: parranda vallenata a las afueras del edificio.
Fue el mismo colegiado Gutiérrez, tan afanado, tan aburrido, tan comprometido con la cultura, el que sesionó con mano en pecho hasta entrada la medianoche de un lunes festivo, en un pacto con el deber, para poder aprobar la venta de la ETB. Fue ese mismo concejal el que soportó soporíferas sesiones de 11 horas, cuando se trató de la aprobación del Plan de Desarrollo propuesto por el Alcalde, con una votación además lapidaria: 35 a 5.
En teoría, los concejales están sentados en sus puestos o de píe en sus atriles como parte del juego que aceptamos en nuestra condición de ciudadanos, el de la representación, el de considerar que, al no ser viable conciliar 9 millones de opiniones, se le otorga dicha facultad a un grupo de hombres y mujeres que, por su sensibilidad para traducir el clamor popular, resultan los más idóneos para debatir y decidir las cuestiones importantes de una ciudad.
En teoría, escribo, porque la distancia que la separa de la realidad es aun mucha y se hace tristemente clara con la lógica que opera en los hechos descritos: en tanto lo que motive la discusión sea rentable y vendedor, bienvenida. Si no lo es, preferimos condecorar a un Rey Vallenato antes que seguir debatiendo sobre el grave estado de Capital Salud, la proveedora de servicios médicos para la población más pobre de la ciudad.

viernes, 13 de mayo de 2016

Pray.

Oh sweet Mary Jane, mighty power plant, help me to settle my sorrows. Give me calm, frightens the sads demons in the lonely nights. Oh sweet coca, ancient master, give me clarity, blow away the demons of fury. Oh pretty mother of life, oh pretty world, let me see feel your beauty, show me more, beyond the evident. Oh poor myself take charge of your own decisions.
Always with the head up. Always.
Joy and love.
Fire and water. New paths to walk.

jueves, 14 de abril de 2016

A los otros que no quiero conocer

A los otros que no quiero conocer:
"No me interesa saludarte, ni contarte nada de mi vida". No me interesa que me cuentes la tuya.
¿Por qué la manía de preguntar cómo estoy? ¿Importa? Si te digo que estoy mal ¿Importa? Si te digo que estoy bien ¿Te alegra genuinamente? Formulas estúpidas de respeto e interacción social, repetidas hasta el cansancio como un rezo maldito.
No me importa cómo estás, o el porqué de tu cara de comemierda. En serio. No me importas vos, ni tu familia, ni tus amigos, ni tu mierda de trabajo, ni contarte cómo va la mierda del mío. Y a vos tampoco te importa, no nos mintamos por tan poco.
Soy de pocos amigos y los que tengo me bastan, soy de pocas palabras y las que tengo me sobran.
A los nuevos que llegan los albergo casi que de manera natural, se inscriben en mi vida como yo en la de ellos, sin quererlo. Valen como valen los que me acompañan desde hace tanto. Pero vos no, por favor. Vos púdrete.
No quiero escucharte, ni percibirte, ni saludarte, ni estar cerca a vos, ni agradarte, ni tomar una pola con vos. Ni hoy ni nunca. Prefiero la incertidumbre de perder una amistad que nunca iba a ser, a la obligada hipocresía de sonreirte. Sueño con que arda el mundo. Sueño con una finquita a la que puedan ir los parceros de vez en cuando, a hablar mierda, a darnos en la cabeza, a vernos las caras. Sueño con pasar las noches con la compañera sincera. Sueño con no toparme con vos.
Cuando mueras, y en último estertor estires tu mano buscando con desespero aferrarte a la vida que se escapa, yo estaré jugando play, o escuchando a los Bad Brains, o cocinando espagueti. Voy a ser aquel al que tu muerte le chupa un huevo.
Si me ves en la calle no me saludes.
Si nos presentan, olvídame.
Me importas tan poco como yo a vos.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Rector de colegio.

El viejo mísero que actua como rector, o coordinador de disciplina, no lo tengo claro, del colegio que queda a unas cuadras del edificio en el que vivo me recuerda incesantemente, día a día, las razones de mi odio profundo hacía la educación tradicional que promulgan la gran mayoría de colegios de la ciudad, y a falta de conocimiento me atrevería a decir, del país.
Que sujeto prepotente y odioso. Escupiendo sus estúpidas reglas, amparado por la dictadura del micrófono que lo amplifica, se siente juez y señor de la vida de esos chicos, al menos durante su jornada.
Cada mañana muy a las seis, cuando el sol aun se esconde tras la montaña, empieza este mamotreto a chimbiar. Que la señorita de once dos escupa ese chicle, que Ortiz y compañía se aconducten, que los jóvenes de noveno se comporten.
La perla que impulsa estas lineas la escuché hoy al almuerzo, mientras la voluta del humo se escapaba rumbo al cielo. En adelante, en la cancha de micro, no se podrá seguir jugando micro. En adelante, los descansos van a ser calmados y sin juegos. El micro le resulta peligroso. Subversivo.
Ese es su papel, robarle el sentido a los espacios, prohibir, legislar, enjuiciar, castigar, castrar las mentes y prepararlas para un futuro desolador: el del engranaje tan necesario como irrelevante.
Qué pensará cuando se acaba la jornada y se sube sólo en su auto, escuchando melodía estéreo ¿Se sentirá satisfecho? ¿Sonreirá pensando que bien hizo su triste tarea un día más?
Qué asco.