miércoles, 12 de agosto de 2015

Impresión de Perú.

El anticucho de corazón picante y a la brasa.
El sube, sube, sube, avanza, avanza, avanza, baja, baja, baja.
El metropolitano con su voz travestida.
La Cusqueña fría.
La Pilsen de litro fría.
El ceviche que enternece el alma.
La playa de caballos de totora.
La ciudad que era un jaguar de oro, fue un jaguar de fuego, y ahora es un jaguar de colores.
La cueva de las pavas, repleta de sonidos aterradores.
La laguna milagrosa donde vive una familia extensa.
El pan con chancho, lechuga y rocoto.
El pan con jamón del país, servido en la antigua taberna Queirolo.
El pan con palta.
La dulce y suave Palta.
Los cogollos de 20 soles.
Sacsayhuaman.
Q'enqo.
El templo de la luna.
La inexplicable zona x.
El amanecer monumental de Pisac.
El colorido mercado de Pisac.
El choclo hervido con queso campesino.
La chicha morada.
El lomo saltado.
Los chilenos buena onda.
Los limeños amables y cordiales.
El limeño ladrón que por un sol, nos dejó botados en medio de la nada.
Un programa de concursos que secuestra la mente del televidente peruano.
La mala fama del colombiano de microtraficante.
El almuerzo vegetariano y las chocotejas.
El sacrificado peregrinaje hasta el santuario hermoso de Machu Picchu, llaqta impasible y majestuosa, a pesar de los intentos por convertirlo en un Disneyworld folclórico y amerindio.
El té de coca.
La hoja de coca, alimento milenario.
El frío que quema, el calor que abraza.
La hospitalidad de las personas que jamás te han visto, y probablemente jamás te vuelvan a ver.
Un Perú multicolor, amable y deslumbrante, tres viajeros sorprendidos gratamente, uno de ellos que siempre va a volver.

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